LAS CUATRO PIEDRAS ANGULARES DE LA MISIÓN

LAS CUATRO PIEDRAS ANGULARES DE LA MISIÓN SON:


1. CONSAGRACIÓN--(La primera piedra angular)
2. CAMBIO PERSONAL-- (la segundo piedra angular)
3. ORACION DEL CORAZON--(La tercera piedra angular)
4. BUENAS OBRAS--(La cuarta y última piedra angular)

Consagración

La Misión enseña a través de varios métodos la importancia, la historia, la comprensión, conocimiento y necesidad de cada individuo y familia de consagrarse a Dios a través del Doloroso e Inmaculado Corazón de María y El Sagrado Corazón de Jesús. En lugares donde el divorcio y padres múltiples dentro de la misma familia han devastado la familia tradicional, incluimos también una consagración al Casto Corazón de San José…

La Misión ayuda a las personas a ver lo que está sucediendo en el mundo y a comprender que cada uno de nosotros debemos decidirnos. No podemos servir a dos amos. No podemos ser un hijo de Dios en un momento y cuando es conveniente, un hijo del mundo al momento siguiente. No podemos ser tibios y correr el riesgo de ser escupidos de la boca de Nuestro Señor.

En nuestro Bautismo, para aquellos que son Cristianos, recibimos libremente el primer Sacramento del perdón del pecado original. La mayoría de las personas recibe este don de niño sin la comprensión de lo que significa este gran regalo. A medida que crecemos, perdemos la gracia ya que en la mayoría de los casos realmente no entendemos quienes somos y la concupiscencia del mundo nos domina. Así Como el bautismo es el comienzo de nuestra consagración como niño s, ahora comenzamos nuestra búsqueda como adultos; conscientemente, con plena comprensión y deseo, a través de nuestra libre voluntad como adultos, para restaurar la semejanza de Dios dentro de nosotros que perdimos a través de Adán / Eva. Es este deseo de volver a Dios en todas las cosas que crea dentro de nosotros esta necesidad de consagrar todo lo que somos, todo lo que tenemos a Nuestro Padre. Es el establecer una relación de alianza con Dios, que viene del Espíritu Santo y nos une al Sagrado Corazón, que ahora encontramos como nuestro maestro y nutre el deseo de amar a Dios con todo nuestro corazón (el lugar de la Alianza), con toda nuestra alma y con toda nuestra mente.

En esta Misión comenzamos nuestro viaje de regreso al Corazón de Dios (dentro de todos los diferentes niveles) primero, con el Acto de Consagración en una Misa de Consagración. Luego, renovamos esta consagración cada día dentro de las oraciones matutinas de La Misión. Este es nuestro compromiso diario con esta alianza, como hijos e hijas de Dios creados a su imagen con la oración, que, a través de Su amor, podamos restaurar dentro de cada uno de nosotros Su semejanza, que es el amor de Dios.

En el más alto nivel de La Misión (el tercero), a los fieles consagrados se les enseña una comprensión más intensa que se centra en crear una alianza duradera con El Padre, lo que esto significa, y las promesas de Dios a todos aquellos que dejan sus caminos pecaminosos y vuelven a Él en todas las cosas, incluyendo Sus mandamientos (2 crónicas 7).

El primer sábado de cada mes, en las iglesias de un área designada, en las diócesis participantes, se celebrará una Misa Solemne de Consagración para aquellas personas que desean profundizar su relación con Dios y que han entendido el compromiso y el cambio personal necesarios para iniciar el regreso a Dios Su Padre en sus vidas diarias.

Cambio Personal

Metanoia (Met-uh-noi-uh) una profunda transformación espiritual--una conversión o despertar, un cambio fundamental de carácter-- un cambio de mente— despertar… ‘Haz que volvamos a ti, Yavé, y volveremos’. (Lam. 5:21)

La obsesión del hombre en hacer lo que quiere cuando quiere y la ilusión de libertad sin ser un hijo de Dios, resulta en un viaje hacia las cosas de este mundo que pone en riesgo nuestro destino como co-herederos del Reino de Dios. Sin embargo, es a través de este viaje de la Libre Voluntad que comprendemos a través de esa misma Libre Voluntad que no estamos completos sin Dios y Su amor en nuestra vida diaria. Entonces, nos damos cuenta de que debemos declararnos ante Dios como Sus hijos arrepentidos. El proceso de volver a la protección y la unidad con Nuestro Padre es aquel viaje de círculo completo, donde la Gracia de Dios es siempre el instrumento. Su amor siempre llama suavemente a Su hijo.

Tenemos que entender el camino a la conversión, que es un cambio en nuestro corazón hacia Dios. Debe ser paso a paso porque es una transformación radical de nuestra vida. Tenemos que decidir con todo nuestro corazón dejar de ofender a Dios en todas las cosas, a morir uno mismo y a las cosas de este mundo. Estos Despertares iniciales de conciencia deben ir acompañados poco después por un dolor del espíritu y un corazón compungido. Es un deseo sincero y contrito de ser uno con Dios. En Su gran amor por cada uno de nosotros, El nos dará ese nuevo corazón, esa nueva vida con Él para quienes Lo llaman desde el desierto---Sálvame O Señor, porque soy un pecador. Es Dios quien nos hace darnos cuenta de nuestra distancia de El y nuestra necesidad de buscar Su misericordia y amor. Es ese amor el que restaura todo y nos da la fuerza diaria para rechazar el mal y la maldad de este mundo y sus trampas, falsedades y engaños. Que no nos separemos más nunca de Él es el grito del hijo que se perdió, pero ha sido encontrado.

Es por eso, que en esta Misión, le pedimos a quienes son católicos que asistan a misa y reciban a nuestro Señor diariamente en la Eucaristía (en estado de gracia) mientras somos reconciliados con Dios a través de las acciones salvadoras de Cristo. La reconciliación con Dios y un proceso diario de conversión a través de la Eucaristía nos protege y libera de aquellas ofensas contra el amor de Dios y nos fortalece contra el pecado mortal.

Cuando oramos, hacemos obras de caridad, leemos la Biblia….todas estas cosas ayudan a establecer nuestro hogar en la eternidad, refuerza el proceso de conversión y nos ayuda a darnos cuenta de la necesidad de orar por el don de la perseverancia.

En esta Misión comenzamos por reconocer que somos Su hijo. Existimos por el amor que nos tiene Dios y ahora estamos siendo tocados por ese mismo amor para encaminar nuestras vidas de vuelta a Él libremente cada día de nuestra vida. Con este entendimiento encontramos la gran necesidad de clamar a Dios y de reparar esas ofensas que hemos cometido contra Él consagrándonos a nosotros mismos y a nuestras familias a Él en todas las cosas. A través de esta alianza es nuestro deseo consciente, como una gracia recibida gracias a nuestra consagración, el dejar de ofender a Dios. Nuestra conversión, nuestro cambio, comienza a partir de aquí, aceptando libremente que Dios existe y es nuestro Padre, y Su amor por nosotros es el centro de nuestra vida cotidiana y de nuestra existencia.

Amar a Dios con todos nuestros corazones, todas nuestras almas y todas nuestras mentes es el logro de una vida como un hijo de Dios. Entonces y sólo entonces podremos entender la manera, la necesidad, la llamada a la ciudadanía de los cielos, a la eternidad…a amarnos los unos a los otros. Por lo tanto, esta es la siguiente alianza que establecemos en esta Misión.

Oración del Corazón


La vida de los fieles debe ser de acuerdo con Cristo en el Espíritu Santo para gloria de Dios Padre. El requisito de este misterio, es que los fieles crean en él, lo abracen, que aspiren y reciban de él un aliento extraordinario que permite que exista una verdadera e intima relación con Dios. Esta relación, según las enseñanzas de la Iglesia Católica, es la oración.

La oración del corazón es la manera de los humildes para rogar a Dios que escuche nuestras palabras cuando admitimos que no somos dignos o capaces por nuestra falta de humildad, entre otras cosas, de acercarnos a Dios, pero clamamos confiados que nuestro llamado, cuando se envía desde el lugar donde reside Dios, que es el Corazón, será escuchado por Él.

El Padre mora dentro de nosotros con un amor que espera nuestro llamado a Él en la fe, la esperanza y la confianza. Cuando nuestra oración se construye capa por capa por estos elementos, el resultado es una relación con Dios que sólo la oración de amor de un hijo a Su Padre. Puede obtener Por eso la oración debe ser del Corazón. Si nuestros corazones están lejos de Dios, la sinceridad de nuestras palabras no puede contener los elementos esenciales necesarios para que esa relación exista y nuestras oraciones son palabras con poco o ningún valor.
El corazón es donde habita Dios. Así Como Él conoce cada cabello de nuestras cabezas, así también Él es el único que puede sondear las profundidades de nuestro corazón. No podemos escapar de ninguna manera del espejo de Dios cuando nos miramos en él. Aunque nos viremos como podamos, Su mirada en nuestro corazón es absoluta y verdadera. Como es el lugar en que mora Dios dentro de nosotros, es también por esta razón el lugar de la verdad. Es el lugar que nos hace a todos lo que somos, todo lo que seremos. Este lugar diseñado por Dios dentro de Su hijo. El corazón es el lugar de encuentro con Dios. En esta Misión enseñamos…‘Ve ahora y abre la puerta hijo mío, entra en este lugar que he hecho para que te encuentres con tu Padre. Cierra la puerta detrás de ti y llámame desde este lugar... tu corazón, y Yo vendré’. Como imagen y semejanza de Dios (una vez perdida, pero por medio del deseo de cambiar, es encontrada de nuevo) estamos ahora en un lugar de relación con Dios, la oración… desde lo profundo del corazón. Es el siguiente lugar en que encontramos una alianza que se está estableciendo… Oración del Corazón.

Pedimos a todas las personas dentro de esta Misión, que oren diariamente los Misterios Dolorosos del Rosario. Ofrecemos intenciones especiales que utilizan la Pasión de Cristo y Sus heridas como el arma contra esos elementos y fuerzas en nuestras sociedades que están causando la mayor destrucción en nuestras vidas y en la vida de nuestras comunidades, ciudades y países.
Los más grandes místicos de La Iglesia Católica han dicho que uno de los más profundos entendimientos del Amor de Dios por Sus hijos está contenido dentro de la Pasión de Cristo. Pedir el don de la comprensión de la Pasión de Cristo es uno de los momentos más significativos en la vida de un c Cristiano. Poder caminar diariamente con Nuestro Señor (por así decirlo) en estos misterios, es el inicio único de un Amor a Dios permanente a través del sacrificio de Su hijo por el amor de Sus hijos. Caminar cada día desde nuestro corazón en unión con Jesús nos lleva a un nuevo entendimiento de Dios y de Su plan de redención y salvación para la humanidad.

En nuestro rezo diario de los Misterios Dolorosos, invocamos la memoria de Jesús en un determinado momento de Su Pasión. Nosotros entonces, le pedimos que nos permita colocar profundamente dentro de cada una de Sus heridas sufridas en Su Pasión, (en cada decena) un elemento de nuestra sociedad que más afecta nuestras vidas diarias. A continuación, colocamos a estas personas profundamente dentro de estas heridas sagradas y en unión con Nuestro Señor Jesús, sellamos estas personas a Su cuidado y compasión, con Su Preciosa Sangre. Luego atamos en El Nombre de Dios todo mal para que no siga corrompiendo a estas personas, e invocamos la Justicia Divina de Dios, pero especialmente Su Divina Misericordia sobre ellos.

También pedimos 'Oración Comunitaria' una vez por semana en grupos dedicados a orar estos Misterios Dolorosos de La Misión y a orar por la conversión y la paz de cada país y la gente de los países en que está la Misión y por El Mundo.

La Misión, como se indicó antes, sólo tiene dos oraciones principales que pide que se recen diariamente…Los Misterios Dolorosos según se explicó anteriormente y las Oraciones matutinas de la Misión. La Oración de la Mañana empieza nuestro día aún antes de levantarnos de nuestras camas en la mañana. Empiezan nuestro día reconociendo y agradeciendo a Nuestro Padre, El Padre de Toda la Humanidad, por todas las muchas cosas que Él nos da y nos concede. Las oraciones comienzan por decirle a Nuestro Padre que Lo amamos y Le pedimos que nos ayude a amarlo con todo nuestro corazón, alma y mente. Seguidamente le entregamos a Dios nuestra Libre Voluntad en ese día y le pedimos que la reemplace con Su Divina Voluntad y que nos muestre lo que Él desea que hagamos ese día y nos ayude a lograrlo cada día. Entonces agradecemos a Nuestra Madre y le damos nuestro amor a Ella y a Nuestro Señor y renovamos nuestras consagraciones a Sus Corazones. Por último, oramos por la intercesión de San José y el Arcángel San Miguel, los Ángeles y los Santos.

Buenas Obras


La Caridad es el más grande mandamiento social. Nos lleva a una vida de justicia y de don de nosotros mismos ‘El que intente salvar su vida la perderá; y quien la pierda, la conservará’. (LC 17: 33)

Si la oración no va acompañada por buenas obras, se crea un desbalance. Le pedimos a cada persona que entienda las cosas que están sucediendo en el mundo hoy y que reconozcan que a menos que 'Los Hijos de Dios' despierten del sueño en que está el mundo, que este mundo está a punto de dar un salto cuántico hacia un abismo y lejos de su Creador. Lo que solía ser escándalo ya no se considera alarmante. Nosotros mismos nos hemos entorpecido, aceptando lo que sabemos está mal. ‘Los Hijos de Dios' se han quedado callados.

De alguna manera lo que está mal se ha convertido en lo que está bien. Esto es tan común ahora que estamos cerrando nuestros ojos, aceptando lo que sea que esté sucediendo. Las tradiciones, valores, moral, y ética que una vez consideramos como la verdad probada por el tiempo, son ahora motivos de risa y adaptados a los gobernantes de este mundo; los medios de comunicación, el dinero, el poder/control, la lujuria, la perversión, el egoísmo, los dioses de la belleza, celebridad, marcas … todos los llamados dioses de este mundo. ¿Dónde está el único Dios, El Padre de Toda la Humanidad? Al Señor tu Dios lo están sacando fuera de nuestras leyes, nuestras vidas y nuestro pensamiento diario. ¿Pero dónde recae la culpabilidad real de esto? Recae en nosotros, Sus hijos, porque estamos callados, con miedo de hablar. Como resultado estamos pervirtiendo nuestra naturaleza humana y nuestra autoridad moral.

Como' Hijos de Dios ' ya no podemos temer esta creciente montaña del mal que ha crecido a tal altura que como individuos creemos es muy grande para hacer algo al respecto. Nos estamos acercando a un punto de resignación sumisa que nos está llevando a una encrucijada. O hacemos algo ahora o muy pronto seremos controlados en cada aspecto de nuestras vidas al punto que habremos perdido nuestra voluntad. Entonces es sólo cuestión de tiempo hasta que reduzcamos lo que fue una vez un paraíso en una pila de escombros.

Debemos entender que como 'Hijos de Dios' es posible lograr cualquier cosa que tengamos que hacer, unidos como una sola voz bajo Dios. Debemos declararnos como Sus hijos, y entonces, nada es imposible, ya que nadie es más grande que Dios. Como Sus hijos podemos hacer milagros si tan sólo creyéramos, confiáramos, tuviéramos esperanza, si tan solo tuviéramos la fe de una semilla de mostaza.

Esta es ' Nuestra Misión '; el poner fin a nuestro silencio y complacencia, que es nuestra próxima Alianza con Dios. A través de esta declaración de emancipación pasamos del "hombre viejo al nuevo". Nos declaramos como el hijo o la hija de Dios. Nos consagramos a nosotros mismos, todo lo que tenemos, todo lo que somos al amor y la protección de Dios, Nuestro Padre, a través de la intercesión del Sagrado Corazón de Jesús, el Doloroso e Inmaculado Corazón de María y el Corazón Casto de José. Creamos consciente y libremente una Alianza eterna con Dios que nos permite iniciar el camino a la conversión. A través de la oración del corazón y, como católicos, con los sacramentos de nuestra iglesia, nos fortalecemos diariamente para entrar en esta guerra del bien contra el mal y participamos en esta batalla cada día a través de las buenas obras. Esa es nuestra Misión, la misión de todos los 'Hijos de Dios' de ser Su ‘Hijo fiel', a enfrentar el mal cuando toca a nuestra puerta, cuando entra en nuestras comunidades, cuando entra en nuestras leyes y país, cuando trata de consumir al mundo. Sin embargo, debemos estar adecuadamente armados para entrar en esta guerra. Eso es esta Misión. No debemos olvidar nunca, "Que para que exista el mal, todo lo que se necesita es que los hombres buenos no hagan nada"---Edmund Burke.

La Misión también alienta a aquellos dentro de la Misión a trabajar para el establecimiento de Capillas de Adoración perpetua en cada parroquia, especialmente en áreas de alta delincuencia.